La iniciativa parte del Concello de Ourense. Concretamente de la Concejalía de Sanidad. En los últimos días los vecinos del casco histórico de la ciudad se han visto sorprendidos con una nueva infraestructura urbana. Una caseta de madera con varias aperturas que no es otra cosa que una gatera, identificada en su exterior con una pegatina en la que aparece un felino sonriente.
Con esta iniciativa que se enmarca dentro de un programa más amplio de la Concejalía de Sanidad de la ciudad de As Burgas se pretenden varios objetivos. Por una parte, controlar la cantidad de gatos callejeros y salvajes que circulan por esta zona y que habitualmente residen en solares abandonados, recintos particulares a sus anchas. Y por otra, evitar el envenenamiento que en más de una ocasión han sufrido por parte de algún vecino cansado de verlos por la zona.
La concejala de Sanidad del Concello de Ourense, Marga Martín, explica que la urbanización y el arreglo de los solares que está viviendo la zona vieja de la capital ha hecho que algunos animales no encuentren dónde quedarse, lo que provoca una situación poco higiénica en algunas zonas concretas de la ciudad. «Son de todos y no son de nadie», explica. Hasta diez casetas se han ubicado por toda la zona, en lugares estratégicos. Los gatos se han convertido casi en una imagen típica del casco de la ciudad de As Burgas y es por esto por lo que, según explica Martín, un grupo de vecinos de la zona se han organizado para mantener las casetas en perfecto estado e incluso para dar de comer a los gatos. Una iniciativa que también evitar los conflictos que se estaban produciendo en la zona entre los detractores y los amantes de los animales. «Los animales son de Ourense y no tienen dónde estar. Por eso buscan las propiedades privadas y es entonces cuando se generan los conflictos», comenta Marga Martín. Esta no es la única zona en la que es evidente la existencia de un gran número de gatos abandonados que acaban por instalarse, principalmente porque los vecinos los alimentan. Gatos que en más de una ocasión se hacen con el área y provocan situaciones de riesgo incluso para las personas.
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La concejala de Sanidad y la responsable de PROGAPE presentaron una exposición de fotografía de perros y gatos de la perrera municipal de Ourense
13/07/2010
La concejala de Sanidad, Marga Martín y la responsable de PROGAPE, Rosa Jarrín presentaron una exposición de fotografías de perros y gatos de la perrera municipal de Ourense en la cafetería Trampitán.
Lo que se pretende, tal y como expuso la concejala de Sanidad, Marga Martín, es "dar un toque de atención a todos los ciudadanos de Ourense para que no abandonen sus perros y sus gatos durante el verano, que es la época de más abandonos".
La perrera municipal de Ourense ya cuenta con un número total de 508 perros hoy en día, dado que durante todo el año entran una media de 25-30 perros al mes, pero en los meses del verano esta media aumenta. Lo más destacable durante estos meses es que cambia la forma de abandono. Se incrementan los abandonos en carretera, lo que supone que estos animales tarden más en llegar a la perrera y lleguen en muy malas condiciones físicas. Otra de las causas de este toque de atención es que tal y como dijo la responsable de PROGAPE, Rosa Jarrín, durante julio y agoso se abandona más y se adopta menos, por lo que se aprobechó la ocasión para animar a adoptar.
La Concejalía de Sanidad y PROGAPE tienen un convenio firmado por lo que se hace entrega de 40.000 euros anuales, más 12.000 euros para medicamentos y pienso. Sobre este tema, la concejala de Sanidad, Marga Martín quiso destacar que estas cifras se duplicaron estos últimos tres años y que se realizaron reformas en las instalaciones de la propia perrera.
Otro punto que se tocó fue el de las sanciones,porque el abandono de animales puede suponer multas de hasta 3.000 euros que debe imponer la Xunta de Galicia. A pesar de esto, Marga Martín aclaró que "se sanciona poco". Uno de los motivos de esto es otra infracción que se comete a menudo, como es la de no colocarle chip a los animales domésticos, lo que no permite el reconocimiento de los dueños.