¿QUÉ HAY DETRÁS DE LAS CARRERAS DE GALGOS?


OS PRESTO MIS OJOS

Cuerpos jóvenes y fuertes, delgados y ágiles, veloz carrera, competición y triunfo, felicitación y alegría para el amo. Eso es lo que veis, quienes miráis desde la barrera las carreras de galgos.

Desconocéis el dolor, el sufrimiento y la muerte, el cansancio, el frío y el hambre del deportista que admiráis, la explotación de su madre criando, el abandono y muerte de sus hermanos descartados y el destino que le espera al, hoy triunfador, cuando su amo encuentre otro más veloz.

Por instinto, por su amo… corren. Pero también por un mendrugo en un cuchitril infecto de chapa, por una caricia que nunca llega, por un reconocimiento a su sacrificio que se paga con un palo, un pozo, una carretera o una soga colgando de un árbol.

Os quedáis con la velocidad, el valor, y el coraje; con el honor de las victorias de galgos con el mismo nombre: gitana uno, gitana dos, gitana tres......como si no fueran almas distintas en distintos cuerpos, sino herramientas de usar y tirar.

Yo me quedo con un ovillo de puro amor en un cojín, con ojos oscuros y almendrados que me miran agradecidos, tranquilos y dulces; bondad, respeto y suavidad hechos ser.

Me quedo con el lomo blanco y delgado, marcado de heridas de Lola, abandonada con una pata fracturada. Con el morro húmedo y tímido de Tato recompensándonos por curar su cuerpo en carne viva y sus patas destrozadas; era demasiado viejo para correr tanto como la moto que lo arrastraba. Me quedo con el pelo crespo y la alegría juguetona de Leonor, cachorra desnutrida y enferma recogida en una rotonda dispuesta ya a morir. Con la mirada limpia y deseosa de amor de Milagros, llamada así porque jamás creímos que su cuerpo hueso y hambre viviera. Con el hermoso Curro descartado por viejo, buscando comida en la basura. Tantos y tantos rescatados de canales y pozos, recogidos con cuerdas en el cuello rotas en el último aliento y esfuerzo por vivir, con heridas en el alma y en el cuerpo.

Jamás una raza de reyes sufrió tanto desprecio, indiferencia, brutalidad, e ignorancia como debe sobrellevar el magnífico galgo en esta tierra. Elegancia hasta en el aire que les rodea, clase y orgullo, entrega, fidelidad y corazón. ¿Es por eso por lo que deben pagar?

Si tienes alma sólo debes mirar sus ojos y me entenderás. Inténtalo cuando los veas tirados en nuestras calles. Entenderás su miedo y dolor cuando huyan despavoridos al acercarte, temiendo siempre lo peor del hombre, por instinto y experiencia.

Esto lo escribo para vosotros, los que los veis desde lejos, corriendo tras una moto o un coche, o en el espectáculo de la carrera. Lo escribo para prestaros mis ojos y mis vivencias por unos instantes, y en recuerdo de los muchos que no pudimos salvar y, con todo mi amor, para aquellos que murieron en nuestros brazos y que siempre recordaremos.

Olga Lama (Protectora Prado, Don Benito)