Ecologistas Extremadura desea manifestar su posición ante la polémica surgida en los últimos días, en torno a la mal llamada fiesta de los Toros (ya que, desde luego, para el toro es sufrimiento y no fiesta).
En el Parlamento de Cataluña, dentro del marco de la Comisión de Medio Ambiente, se está debatiendo la posible abolición de las corridas de toros en la comunidad, y por ello se está escuchando a las partes implicadas. Esto ocurre a instancias de una iniciativa popular que ha presentado 180.000 firmas a favor de su desaparición. No es el primer caso: en la comunidad Canaria hace muchos años que las corridas de toros están prohibidas.
Como reacción a esta iniciativa popular, algunas Comunidades gobernadas por el P.P, (Madrid, Valencia y Murcia) han declarado Fiesta de Interés Cultural las corridas de toros.
En primer lugar, Ecologistas Extremadura muestra su total apoyo a todos aquellos que en Cataluña se oponen a que en su territorio se siga infligiendo a los toros este sufrimiento gratuito. Por otro lado, hace pública su frontal oposición a los Presidentes Autonómicos, de Madrid, Valencia y Murcia que -sin contar con el previo debate ni autorización del sus parlamentos autonómicos, y con formas poco democráticas que recuerda actitudes de otros tiempos-, deciden unilateralmente, declarar a las corridas de toros bien de interés cultural.
Según la UNESCO, la Cultura da al ser humano la capacidad para reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos, y a través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. Según parece, para los presidentes autonómicos de las comunidades mencionadas las corridas de toros -donde se tortura hasta la muerte a un animal aturdido mientras el público se divierte- se ajustan perfectamente a esta definición. Y de este modo, amparándose en lo que ellos consideran arte, pretenden blindar y sustraer al debate público este triste, denigrante y morboso espectáculo. El Arte es representación simbólica, y todas las Artes comparten este principio, en los toros no hay representación, sino cruel realidad.
Las corridas de toros, recuerdan los ecologistas, son un negocio que no se remonta a nuestro pasado cultural más remoto, como algunos pretenden hacernos creer, ya que es muy reciente en nuestra historia: es en el siglo XVIII cuando unos avispados ganaderos deciden criar reses especialmente para lidia; para ello seleccionan, cruzan y mestizan de entre las razas de ganado bovino a su alcance las que muestran una personalidad más brava. Por lo tanto si desaparece esta cruel fiesta no va a desaparecer con ella la mal llamada raza de toros de lidia, sino una selección arbitraria de toros (todos descienden del Bos taurus) que han hecho los ganaderos que se dedican a este negocio.
Tanpoco va a desaparecer un ecosistema, la dehesa, como algunos intentan que creamos. Para empezar hay ganaderías de toro de lidia en fincas con muy escaso arbolado, que no se pueden considerar dehesas. La dehesa es un sistema para la explotación de los recursos naturales, donde se integran usos agrícolas, madereros y ganaderos. El toro de lidia es un tipo más de ganado bovino, de los que pastan en la dehesa, al igual que el Retinto o de otras especies como ganado ovino o porcino, como es el caso del cerdo de montanera. Si la dehesa peligra es por falta de regeneración adecuada, mala gestión de los recursos, sobreexplotación, la enfermedad de la “seca”, etc. Aspectos que, por cierto, se pueden ver en más de una finca con toros de lidia. La dehesa puede ser protegida sin necesidad de subvencionar a los toros empleados para la lidia, que, afirman los ecologistas, reciben cuantiosas subvenciones.
Desde Ecologistas Extremadura critican el proyecto “Somos Dehesa”, que se financia gracias a las aportaciones de la Junta de Extremadura y de la Administración Central, pues lo consideran otro ejemplo de cómo se financia el negocio taurino con el pretexto de mantener la dehesa en buen estado.
El negocio del toro beneficia especialmente a unos pocos ganaderos latifundistas, a los toreros mediáticos y a los empresarios del sector, que son los que más se enriquecen a costa del sufrimiento en la plaza de toros de lidia. A los ecologistas les gustaría que las distintas administraciones que subvencionan este negocio (más de 600 millones de euros, sacados de los impuestos que pagan todos los españoles) dedicaran este dinero a otros fines más prácticos en épocas de crisis y que pudieran arrojar datos cuantificables de cuántos trabajadores viven realmente de las corridas de toros.
Recuerdan que, según encuestas realizadas por la empresa especializada en investigación de mercados Gallup, en torno al 70% de la población entrevistada en España no tiene ningún interés en los toros. Y sólo el 30% restante contesta que les parece algo o muy interesante.
Las infraestructuras ligadas al mundo taurino, generalmente construidas y mantenidas con dinero público, como son las plazas de toros, se pueden dedicar a otro tipo de espectáculos, como ya se viene haciendo en muchas ocasiones. Las fincas donde se cría el toro de lidia también se pueden dedicar a otros usos, igual de beneficiosos para el futuro de la dehesa y de sus propietarios. Por tanto los ecologistas plantean ¿Por qué mantener entonces la tortura del toro en la plaza? ¿Sólo para que unos pocos aficionados, cada vez menos, disfruten de un “espectáculo” a costa del sufrimiento de los animales?
Las retransmisiones de los espectáculos taurinos no se deben permitir en horario infantil, lamentablemente las podemos ver en dicho horario en cadenas públicas, como por ejemplo Canal Extremadura, que deberían evitar emitir cualquier tipo de contenidos violentos y sangrientos en este horario. Igualmente les parece inaceptable que se permita la asistencia de menores a las plazas, y sobre todo que menores ejerzan de toreros. La desensibilización hacia el sufrimiento de un ser vivo como es el toro, un mamífero evolucionado y con un sistema sensorial no muy alejado del nuestro, no dice mucho de algunos/as integrantes de nuestra especie.
Ecologistas Extremadura
En el Parlamento de Cataluña, dentro del marco de la Comisión de Medio Ambiente, se está debatiendo la posible abolición de las corridas de toros en la comunidad, y por ello se está escuchando a las partes implicadas. Esto ocurre a instancias de una iniciativa popular que ha presentado 180.000 firmas a favor de su desaparición. No es el primer caso: en la comunidad Canaria hace muchos años que las corridas de toros están prohibidas.
Como reacción a esta iniciativa popular, algunas Comunidades gobernadas por el P.P, (Madrid, Valencia y Murcia) han declarado Fiesta de Interés Cultural las corridas de toros.
En primer lugar, Ecologistas Extremadura muestra su total apoyo a todos aquellos que en Cataluña se oponen a que en su territorio se siga infligiendo a los toros este sufrimiento gratuito. Por otro lado, hace pública su frontal oposición a los Presidentes Autonómicos, de Madrid, Valencia y Murcia que -sin contar con el previo debate ni autorización del sus parlamentos autonómicos, y con formas poco democráticas que recuerda actitudes de otros tiempos-, deciden unilateralmente, declarar a las corridas de toros bien de interés cultural.
Según la UNESCO, la Cultura da al ser humano la capacidad para reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos, y a través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. Según parece, para los presidentes autonómicos de las comunidades mencionadas las corridas de toros -donde se tortura hasta la muerte a un animal aturdido mientras el público se divierte- se ajustan perfectamente a esta definición. Y de este modo, amparándose en lo que ellos consideran arte, pretenden blindar y sustraer al debate público este triste, denigrante y morboso espectáculo. El Arte es representación simbólica, y todas las Artes comparten este principio, en los toros no hay representación, sino cruel realidad.
Las corridas de toros, recuerdan los ecologistas, son un negocio que no se remonta a nuestro pasado cultural más remoto, como algunos pretenden hacernos creer, ya que es muy reciente en nuestra historia: es en el siglo XVIII cuando unos avispados ganaderos deciden criar reses especialmente para lidia; para ello seleccionan, cruzan y mestizan de entre las razas de ganado bovino a su alcance las que muestran una personalidad más brava. Por lo tanto si desaparece esta cruel fiesta no va a desaparecer con ella la mal llamada raza de toros de lidia, sino una selección arbitraria de toros (todos descienden del Bos taurus) que han hecho los ganaderos que se dedican a este negocio.
Tanpoco va a desaparecer un ecosistema, la dehesa, como algunos intentan que creamos. Para empezar hay ganaderías de toro de lidia en fincas con muy escaso arbolado, que no se pueden considerar dehesas. La dehesa es un sistema para la explotación de los recursos naturales, donde se integran usos agrícolas, madereros y ganaderos. El toro de lidia es un tipo más de ganado bovino, de los que pastan en la dehesa, al igual que el Retinto o de otras especies como ganado ovino o porcino, como es el caso del cerdo de montanera. Si la dehesa peligra es por falta de regeneración adecuada, mala gestión de los recursos, sobreexplotación, la enfermedad de la “seca”, etc. Aspectos que, por cierto, se pueden ver en más de una finca con toros de lidia. La dehesa puede ser protegida sin necesidad de subvencionar a los toros empleados para la lidia, que, afirman los ecologistas, reciben cuantiosas subvenciones.
Desde Ecologistas Extremadura critican el proyecto “Somos Dehesa”, que se financia gracias a las aportaciones de la Junta de Extremadura y de la Administración Central, pues lo consideran otro ejemplo de cómo se financia el negocio taurino con el pretexto de mantener la dehesa en buen estado.
El negocio del toro beneficia especialmente a unos pocos ganaderos latifundistas, a los toreros mediáticos y a los empresarios del sector, que son los que más se enriquecen a costa del sufrimiento en la plaza de toros de lidia. A los ecologistas les gustaría que las distintas administraciones que subvencionan este negocio (más de 600 millones de euros, sacados de los impuestos que pagan todos los españoles) dedicaran este dinero a otros fines más prácticos en épocas de crisis y que pudieran arrojar datos cuantificables de cuántos trabajadores viven realmente de las corridas de toros.
Recuerdan que, según encuestas realizadas por la empresa especializada en investigación de mercados Gallup, en torno al 70% de la población entrevistada en España no tiene ningún interés en los toros. Y sólo el 30% restante contesta que les parece algo o muy interesante.
Las infraestructuras ligadas al mundo taurino, generalmente construidas y mantenidas con dinero público, como son las plazas de toros, se pueden dedicar a otro tipo de espectáculos, como ya se viene haciendo en muchas ocasiones. Las fincas donde se cría el toro de lidia también se pueden dedicar a otros usos, igual de beneficiosos para el futuro de la dehesa y de sus propietarios. Por tanto los ecologistas plantean ¿Por qué mantener entonces la tortura del toro en la plaza? ¿Sólo para que unos pocos aficionados, cada vez menos, disfruten de un “espectáculo” a costa del sufrimiento de los animales?
Las retransmisiones de los espectáculos taurinos no se deben permitir en horario infantil, lamentablemente las podemos ver en dicho horario en cadenas públicas, como por ejemplo Canal Extremadura, que deberían evitar emitir cualquier tipo de contenidos violentos y sangrientos en este horario. Igualmente les parece inaceptable que se permita la asistencia de menores a las plazas, y sobre todo que menores ejerzan de toreros. La desensibilización hacia el sufrimiento de un ser vivo como es el toro, un mamífero evolucionado y con un sistema sensorial no muy alejado del nuestro, no dice mucho de algunos/as integrantes de nuestra especie.
Ecologistas Extremadura